¡Gracias por estar aquí!
Cuando crecemos las historias se vuelven borrosas y las vidas se enredan en estaciones de metros, en vuelos ultramarinos y en viajes tirados al sol. La mitad se vuelve recuerdo y la otra mitad la inventamos para no olvidar lo que nos vuelve vivos, locos y menos artificiales.
Las imágenes nos recuerdan eso. Y las letras también.
Yo tomo fotos para seguir aquí, para no olvidarlo. Para esperar. Para no morderme las uñas. Para confundir lo real y pensar que ya lo había vivido antes. Escribo para cambiar el rumbo y perder el miedo. Y sobre todo para que el tiempo pase diferente y reírme mientras lo hago.
Escribo y fotografío para que me lata más rápido el corazón.
Y justo porque los corazones necesitan latir más rápido. Y encontrar lo que los haga vivir en voz alta.
Hay quienes lo llaman hobby, otros familia o fé, o escapadas a nadar a las 6 am. Clases de pintura, pensamientos callados cuando el mundo se derrumba, ayudar a alguien, negocios nuevos, noches con café y viajes sin planear. Sea lo que sea, casi siempre es algo tan simple que no vemos lo obvio de la fuerza que trae consigo. A veces es un recuerdo, un espacio, una persona o una manera de estar. La cosa es encontrarlo y no soltarlo.
Lo mío es esto. Las imágenes y las letras. Y una tienda donde se venda el arte que inspire, que lleve y que te haga pensar en lugares, en personas, en estar. Y unas letras para acompañar los días, las historias, y el ayer.
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Todo empezó en una calle...
¿Y los 3 pisos? Esos son otra historia, y probablemente otro café...