Las conversaciones con Juan Quejoso solían empezar bien, de la vida, la hora y el clima, lo normal de lo que se habla siempre, pero después de unos minutos y justo cuando la conversación fluía, el tinte cambiaba -sin falla- y comenzaba la autovictimización, la autoflagelación y el autonegativismo. En fin que de auto lo tenía todo, era como cambiar el modo a un coche y ponerle en modo Ánimame, Sálvame, Escúchame o Sácame de este Terrible Agujero Negro.
En fin, que Agujeros Negros los tenemos todos, y como seres humanos y sufrientes (porque sin duda en este mundo todos venimos a sufrir algo, y sino para que está Paquita la del Barrio recordándonoslo) todos flotamos sobre un Agujero Negro que nos envuelve, pero...