- Mamaaaaaaá! ¿Quién quitó a los Playmobil del nacimiento?
Porque para mi lógica de entonces mas valía prevenir que lamentar, y no fuera a ser que al niño Jesús se le ofreciera algo, como las camas de plástico del hospital, el camper con la mesa de picnic ya servida y el castillo para resguardarlo cuando el pesebre no fuera suficiente. Jesús no tenía fieles más devotos que aquellos con pelo de casco perfecto, pero mi epifanía new age a los 8 años no era comprendida por nadie.
Hace dos semanas fui a casa de una amiga y ví como su hija repetía la historia. Sus muñecas eras ángeles de la guarda gigantes y un peluche se sentaba junto al buey, para calentar al Niño Dios. Porque el buey no era tan grande y no tenía pelo de verdad. Y sin pelo, no puede dar calor. Cierto. La lógica de los niños siempre, siempre es perfecta.
Y la manera en como ven el mundo también. Es simple, sencilla y directa. Y la religión, si bien es algo que van aprendiendo a respetar por lo que les dicen sus papás, es todavía algo libre e inocente. Es la única etapa en la vida en la que ven la religión como mágica. Y permisiva. Y posible para confundir mundos e historias, y Santa Clauses y Reyes Magos, y al Niño Dios, que lo ayudan los otros. Todo se puede.
Y todo se entiende. Todo es fácil, porque Jesús es un niño y es su amigo. Es chiquito y necesita que lo protejan, que lo cuiden, y que lo amen. Y no hay nada más importante para un niño que sentirse responsable de otro, sentirse más grande y compartir lo que tiene. Con Jesús. Y luego con otros.
Porque aprendemos la compasión desde ahí. La empatía. El amor. Y todos esos valores que nos sostienen cuando crecemos y nos tambaleamos. La Navidad son regalos y cenas, y familias juntas y vacaciones fuera, pero los niños son más listos que nosotros, y no olvidan eso. Al niñito chiquito que fue su amigo, al que crecerá con ellos y el que será un adulto al mismo tiempo que ellos. El que les enseñará a no olvidar la compasión, ni la empatía ni el amor cuando sean grandes. Al menos que nosotros queramos olvidarlo.
La Navidad siempre será mágica e irremplazable, y aunque nunca volverán los tiempos de irse a dormir esperando a un Santa chistoso y barrigón, de dejarle comida al camello, elefante y caballo de los Reyes y de correr a descubrir regalos bajo el árbol, ojalá que siempre creamos en el niño que nació bajo la estrella. El niño que sigue creyendo en nosotros y recordando que alguna vez lo tapamos cuando tuvo frío y lo cuidamos al nacer.
Mariana
PD. Ya hay un Playmobil de nacimiento! Thank you Yisus!