• Sobre mí y el 3er piso
  • DIARIO, LO QUE ESCRIBÍ HOY
  • COLECCIONES DE FOTOS
    • NY I LOVE YOU
    • SANTA MONICA BLVD
    • TAKE ME BACK ENSENADA
    • DE MADRID AL CIELO
    • BROOKLYN 1519
    • CABO, BABY
    • TECHNICOLOR NOW
    • FLOWERS AND YOU
  • Contacto
  • TIENDA DE FOTOGRAFÍAS

Tres Pisos hasta Quintana

Una coca cola con limón, una terraza entre rosales y 5 minutos para esperarte

  • Sobre mí y el 3er piso
  • DIARIO, LO QUE ESCRIBÍ HOY
  • COLECCIONES DE FOTOS
    • NY I LOVE YOU
    • SANTA MONICA BLVD
    • TAKE ME BACK ENSENADA
    • DE MADRID AL CIELO
    • BROOKLYN 1519
    • CABO, BABY
    • TECHNICOLOR NOW
    • FLOWERS AND YOU
  • Contacto
  • TIENDA DE FOTOGRAFÍAS

Mujer que sabe latín..

LIBRO-6950.jpg

La primera vez que oí sobre Rosario Castellanos fue entre voces. La mía pidiéndole a alguien mi disco de Nek en clase, y la de Lucrecia San Juan, más fuerte que la mía, hablando de la polémica del realismo mágico y de la narrativa única entre lo fantástico y lo cotidiano. Estaba hablando de magia. Vaya. En clase. Gracias. 
Empecé en poner atención y dejé el disco por la paz. A fin de cuentas nunca me lo devolverían, y muchos años después me enteraría que "Laura no está" fue un one hit wonder de los noventas, y que nadie -más que mi propia generación- recordaría quien había sido Nek. 

Pero Lucrecia estaba hablando de cuentos y de magia, y le brillaban los ojos mientras lo hacía. Hablaba de Rosario como de una amiga a la que se quiere, a la que se presume y a la que se conoce bien.  Una mexicana, que desde los Altos de Chiapas, llegaría a una Ciudad de México y después al mundo, para convertirse en una de las escritoras más importantes del siglo XX.  Catedrática, filósofa, promotora cultural, poeta, ensayista, cuentista, lo era todo. 

Pero Rosario había sufrido también, y Lucrecia, con toda mi atención puesta en ella, nos contó su historia. Enamorada de un profesor y filósofo, se casaron y tuvieron un hijo. De la ternura y el amor desmedido, al engaño y traición, y un casi desequilibrio por el desamor, Rosario vivió un corazón roto, como tantas mujeres, desde el que escribió muchos de sus poemas, registrado también en sus Cartas a Ricardo -su esposo-, que fueron publicadas años después. 

Defensora de los derechos de las mujeres y de los indígenas, Rosario mostraba fuerza y convicción, y una voz literaria que resonaba entre un mundo de hombres.  Era casi como si el sufrimiento la inspirara a buscar más arte, a decir más, a no callar más.  

Rosario. A la fecha me siento mal de llamarla por su primer nombre, como si fuera mi parienta, mi conocida.  Pero eso pasa a veces cuando se revisitan los libros que están en una casa; los autores se convierten en invitados y sus historias en la propia memoria.  En aquella clase de Literatura leí algo de Balún Canán, y muchos años después Álbum de Familia y Mujer que sabe Latín.  Para finalmente quedarme con lo que para mí era Rosario, su poesía:  Lívida luz y Poesía no eres tú.

Rosario, una mujer decidida, fuerte y profunda. Rosario, la amiga de mi profesora Lucrecia.  Rosario, la que murió antes de cumplir 50 años. Y la que hoy me regresó a un salón de clases con 18 personas más en él.   La que me recordó de las mujeres que marcan y que quedan en la historia.

Y la que, sin conocerla, tuvo la fortuna de tener a una Lucrecia San Juan, una de las mujeres más cultas, preparadas, brillantes y apasionadas, hablar de ella como si tomaran el café juntas en un rinconcito cincuentero de la Roma.

Lucrecia, esta historia no ha sido sobre Rosario, sino sobre tí. Porque por tí conocimos el mundo.

Sobre tus manos al aire mientras explicabas literatura universal, sobre tu memoria inigualable y tu agilidad para observar todo. Fuiste una de las maestras más exigentes que tuve en mi vida, y una de las que más admiré. Antropología Cultural, Historia y Literatura, me apunté a todas, y estuve en todas. Y si pudiera, estaría de nuevo en ellas otra vez. Para escuchar mejor, para contarte que ya he leído más, que he viajado a algunos de los lugares que platicabas y que he entendido que querías enseñarnos todo y dejarnos todo. 

Hace poco me encontré un papelito de una vez que te visité en casa, pasados los años.  No me acuerdo mucho de esa visita, pero entre pláticas, te pregunté sobre qué me recomendabas leer. Y empezaste a decir títulos, cuentos, novelas, libros y poemas. De corridito y de memoria, como si te apurara olvidar alguno. Me dijiste muchas cosas ese día y yo me apuré por apuntarlas todas. Por no olvidarlo, para que se quedara ahí.  Para que tu mente se quedara ahí.

¿Y que cree Profe? Que usted se quedó aquí.

Como las mujeres que marcan y se quedan en la historia... 

Wednesday 03.08.17
Posted by Mariana Pierce
Newer / Older

Necesito una pijama nueva.  Ya es primavera.