• Sobre mí y el 3er piso
  • DIARIO, LO QUE ESCRIBÍ HOY
  • COLECCIONES DE FOTOS
    • NY I LOVE YOU
    • SANTA MONICA BLVD
    • TAKE ME BACK ENSENADA
    • DE MADRID AL CIELO
    • BROOKLYN 1519
    • CABO, BABY
    • TECHNICOLOR NOW
    • FLOWERS AND YOU
  • Contacto
  • TIENDA DE FOTOGRAFÍAS

Tres Pisos hasta Quintana

Una coca cola con limón, una terraza entre rosales y 5 minutos para esperarte

  • Sobre mí y el 3er piso
  • DIARIO, LO QUE ESCRIBÍ HOY
  • COLECCIONES DE FOTOS
    • NY I LOVE YOU
    • SANTA MONICA BLVD
    • TAKE ME BACK ENSENADA
    • DE MADRID AL CIELO
    • BROOKLYN 1519
    • CABO, BABY
    • TECHNICOLOR NOW
    • FLOWERS AND YOU
  • Contacto
  • TIENDA DE FOTOGRAFÍAS

Mantén tu corazón hambriento: el porqué somos adictos a los Workshops.

SPENCER-3749.jpg

Era miércoles y estaba aburrida.

Y eso que los miércoles es mi día favorito. Estaba en la oficina pero a la vez no estaba. Ya había acabado mi trabajo y el reloj iba tic tac 5:50. Bueno en realidad no había ningún tic tac porque ya nadie tiene de esos relojes, pero los efectos de sonido siempre le dan un buen fondo a todo.  

Así que hice lo que cualquier godín veinteañero haría para entretenerse. Googolear. Hace 6 años no había KiwiLimón ni Tasty, y el contenido en Facebook no era suficiente para engancharse a algo.  Así que me metí a Google y empecé a buscar un curso de algo.  Estaba aburrida y extrañaba la escuela.  Será que en realidad nunca había dejado de extrañarla.  

Extrañaba los pasillos de ladrillo.  Extrañaba los ecos que se hacían cuando gritabas (yo siempre gritaba).  Y hasta los pasos que se oían corriendo para llegar a clases.  Extrañaba todo.  Y aún lo hago. Extraño las 10 escuelas en las que estudié. Las gringas, las de la costa este y las de la oeste también, las norteñas, las chilangas, las españolas, y hasta la afrancesada a la que nunca le supe bien, la de monjas, las mixtas y sobre todo esa en la que me rompí las mallas por correr atrabancada a los 6.

Extrañaba la escuela y extrañaba aprender.  Pero Google, cual obra divina, ese miércoles decidió resolver mi crisis de aburrimiento. A las 5:53 lo ví:  Introducción a la Cultura del Vino. WTF. Sí, eso.  Empezaba en 1 mes y como la tabla de Rose, era pescarme de eso o ahogarme en el frío helado de la mundana rutina. Tan mundana que ya me hacía hablar como señora que va a la panadería (eso será otro post). Llamé a la escuela, pedí informes y me inscribí. Listo.

Un mes después me convertí en alumna durante 9 semanas de un curso con vino, cognac, brandy y muchas otras cosas que me hicieron llenar un cuaderno y un hígado.  Aprendí historia, maridaje y hasta una que otra receta, pero más allá de eso, disfruté la novedad de sentarme en una mesa, ver un pizarrón y escuchar a alguien.  Y fue ahí cuando entendí lo mucho que extrañaba la escuela.  Porque me hacía bien; me animaba, me entretenía y me hacía cuestionarme el porqué y cómo de las cosas. ¿Tan nerda era? Sí, igual y sí. Pero también me gustaba conocer gente nueva y reírme en voz alta y cambiar escenarios. ¿Eso me hacía menos nerda y más cool? Un poco, pero la verdad me daba igual.

El curso terminó. Y me quedé con un diploma, una copa y una sonrisa. Damn. Ya era adicta. No al vino, sino a aprender otra vez.

Google de nuevo. Diplomado de Fotografía. Bueno, va. Al fin que ya usaba Picnick para editar mis fotos con efectos especiales, así que alguna ventaja me daría. Y luego vino otro curso, y otro más.  En prepa ya había estado en clase de Francés, de Dibujo, de Repujado, (sí, como señora que toma café y va a la panadería) y de chiquita la fotos me dicen que bailé tap no tan mal.  Creo que siempre me gustó aprender, pero una vez que empecé a trabajar lo olvidé. Que tonta. Si el trabajar no nos vuelve aburridos, pero nuestra idea del convertirnos en adultos sí.

Así que una vez que lo entendí, me propuse aprenderlo todo.  Todo lo que me gustara y lo que parecía loco que pudiera aprender.  Habría cosas que funcionarían y cosas que no. Hoy sé que no tocaré jamás bien la guitarra y que canto fatal, que mi caligrafía parece un sinfín de orugas atropelladas, y que si acaso cocino me comeré los ingredientes antes de terminar la receta.  Pero lo hago. Lo intento. Lo busco. Lo aprendo. Le cambio. Y me divierto.

Hoy soy fotógrafa porque seguí una clase, y luego una más y una nueva escuela, y ahora una profesión.  Cambié ciudades, volé por mares, y convertí una pasión en un trabajo. Hoy enseño a otros el hobby de la foto para que aprendan algo más. Para que salgan de su rutina, y se des-aburran (existe esa palabra, desaburrir?, yo me desaburro, tu te desaburres, weird) y aprendan.

Enseño para que se enganchen de nuevo en volar y en crear. Y motivo a cuanta persona conozco a apuntarse a aprender algo nuevo, a meterse en escuelas, clubs, workshops, círculos literarios, juevecitos de costura, de macramé, de asar carne (aparentemente el nuevo taller masculino de super moda), de healthy eating, de super foods, de pintura y si quieren hasta de carpintería en Home Depot.  Creo y comparto la necesidad por aprender, por volver a estar en clases y por extender nuestra mente. 

Por mi parte me siguen gustando los miércoles, y sigo googoleando cosas.  Quizás deba aprender a cortar mejor una piña porque acabo de hacer un despapaye en la cocina. Google: Buscar: cómo cortar una piña sin desperdiciar todo.

Yo mantengo mi corazón hambriento y despierto mi lado creativo, ¿y tú?

 

Wednesday 03.22.17
Posted by Mariana Pierce
Newer / Older

Necesito una pijama nueva.  Ya es primavera.